
La luna no podía mas, miraba y miraba a esas dos estrellas que estaban juntas en una esquina del inmenso cielo nocturno.
Las dos estrellas eran brillantes, tan hermosas, tan pequeñas, que la luna las envidiaba porque estaban tan juntas, tan unidas la una de la otra que hacían que la luna se sintiera mas sola de lo que ya sabia que estaba.
Porque tenia que estar tan sola se preguntaba la luna cada vez que podía, porque era la única que tenia ese tamaño, ese esplendor, porque no podía ser como aquellas pequeñas criaturas que la rodeaban, que la contemplaban y veneraban, ella quería ser como ellas, era el único sueño que tenia por las mañana cuando se escondía y le daba paso al que estaba mas solo que ella, que solo tenia por compañía a una nubes ajenas que lo único que sabían era hacer formas extrañas que asustaban al pobre sol.
Pobre luna, pobre sol, tan solos, tan apartados, tan ajenos...
Perdón, pero no puedo dormir
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